Los Becerra (II)
El segundo de los hijos de José Antonio Becerra y Micaela fue José Lucio, sacerdote, el tercero de la familia. Nació en 1869 y por razones políticas, pugna entre la iglesia y el gobierno venezolano, hizo parte de sus estudios en Curazao, así que muy probablemente fue el primero de la familia en viajar al exterior. No cuento la salida de José Amando Pérez a Pamplona (Colombia), por que eso era como estar en casa, muy cerca y muy parecido. Como sacerdote, la primera parte de la carrera del padre Lucio se desarrolló en el Estado Trujillo: Betijoque, Sabana Libre, Isnotú y algunos otros pueblitos de montaña vieron su trabajo durante algunos lustros, nunca estuvo solo pues lo acompañaron tres de sus hermanas solteras: Juan Antonia, María Salvadora y María Teresa, tres jovencitas que desde la adolescencia le acompañaron, apoyaron y atendieron. Después el Padre Lucio ya se vino al Táchira y culminó su servicio espiritual, donde si no, en Michelena. Después ya retirado, vivía con sus hermanas y el Coronel Becerra, y vivía con ellos cuando murió de 90 años, en 1959. Dicen que fue un hombre muy sano en todos los sentidos, un buen sacerdote y muy humilde. Mi papá decía que, cuando ya anciano, se ponía a jugar cartas (solitario), y se reía con picardía, era por que se estaba haciendo trampa. El padre es el que hizo que apareciera en la familia Juan Evangelista Moreno, natural de Sabana Libre sin mas señas, aunque la mayoría le llamó siempre “JuanMoreno”, pegado como una sola palabra. Yo lo conocí ya viejo y arrugado en la Casa de las Tías a principio de los 60s, antes no me acuerdo de él.
JuanMoreno era muy bajo, 1,55 mts o menos, moreno con labios gruesos que mostraban su ascendencia africana, pero cabello liso que confirmaba el mestizaje. Era regordete y usaba siempre un saco largísimo que le llegaba casi hasta las rodillas, en los 15 años que lo conocí lo ví en mangas de camisa solo dos o tres veces. Cuando el Padre Lucio estaba en alguno de sus destinos trujillanos, recibió como monaguillo a un jovencito de unos doce años: “JuanMoreno”. Sobre los 18 o 20 años fue ascendido Sacristán y le dio tan buen resultado al Padre que se lo llevó para que ejerciera esas funciones a todos sus destinos sacerdotales.
Cuando el Padre se retiró, le entregó un dinero para que montara un negocio, una bodega o abasto, y pudiese vivir. Pero “JuanMoreno” era muy poco malicioso, superconfiado, crédulo y sentimental. Así que a todo el mundo le daba crédito, y lo poco que cobraba lo regalaba al que le contara algún drama casi siempre inventado para sacarle plata. En un dos por tres estaba arruinado. Entonces el Coronel Becerra le dio alojamiento en su casa, a cambio de ayudar en algunas manualidades y hacer los mandados, y algo se le pagaba. Pero lo que cobraba lo regalaba. Parte dándoselo a los niños que conseguía en la calle y parte comprándoles caramelos.