Los Golindano (I)
Yo nací el 8 de Junio de 1953, hacia las 6 de la mañana. La hora no es exacta porque mi parto fue sumamente complicado y largo. Según los testigos conscientes, había sangre en las paredes, mi mamá y yo estuvimos muertos un instante, y también hubo cierto alboroto. Pero para que yo naciese mi mamá y mi papá tuvieron que casarse en Maracay, y antes fueron novios, y …, y entonces habrá que remontarse a sus familias respectivas. Mi mamá se llamó Blanca Isabel Golindano Herrera. Nació en algún lugar de la selva de Estado Bolívar, varios días a caballo al sur de Caicara del Orinoco, el 28 de Diciembre de 1924. Era hija de Carlos Gonzalo Golindano y de Eusebia Herrera.
Ellos vivían en una finca cerca de la frontera con Brasil y el hoy Estado Amazonas. De mi abuela tengo muy pocos datos: ella no se casó con mi abuelo por razones diversas. Es que en aquella época, y más en la zona, los señores no se casaban. Sería mejor decir que usaban a las muchachas prevalidos de su poder, audacia e impunidad. Las familias tenían que cuidar a sus gallinas de los gallos sueltos que abundaban. Además en aquellas soledades no había civilización, nada de pueblos y por tanto nada de Prefectura, Jefatura Civil o similar para casarse.
Mi abuela murió muy joven, según referencias de una enfermedad, “de un mal” como decían antes, llamada Beri – beri. Mi mamá me informó que la persona con esa enfermedad temblaba mucho, un poco al estilo de la epilepsia pero no tan fuerte, y según la terapia de la época (curiosos, brujos, santeros), se veía obligada a mudarse de ciudad (de temperamento se decía), cada pocos meses para mejorarse. Doña Eusebia al fin murió finalizando la década de los 30 en Puerto Ayacucho.
Lo de mi abuelo es algo más movido. Según tradición familiar Golindano puede ser apellido italiano y su historia en Venezuela, hasta que mi abuelo llega a la selva, es mas o menos así (no sé el porcentaje cierto del cuento): los Golindano, eran mas de uno, eran unos hermanos que estaban asentados en algún lugar mas o menos cercano a la población de El Tigre, tal vez en el Estado Anzoátegui, o quizá Monagas. No sé si eran hijos de europeo, o si ellos eran europeos. Hoy en día el apellido está mas difundido en Monagas y por allá entienden que el apellido es originario de los alrededores de Valencia (España). Mas o menos a mitad de camino entre Barcelona y Cumaná hay un punto (Caserío y Alcabala) llamado Golindano.
Allí tendrían alguna finca, hato o hacienda, y como es lógico habría otras haciendas, otras familias y de alguna manera su vida giraba en torno a el trabajo del campo, en algún momento los Golindano se vieron en un gran problema: una muchacha salió perjudicada (o sea, en estado), cosa que en una familia decente era ofensivo. Realmente no sé si la perjudicada era Golindano, o lo era el perjudicador.
Según parece la familia ofendida exigió reparación al culpable y este no cumplió. Acto seguido, los hermanos de la agraviada pasaron raudos a caballo frente al corredor de la casa de la hacienda, donde se sabía que el individuo se sentaba a descansar en las tardes, y diestramente como correspondería a buenos llaneros lo enlazaron y lo arrastraron hasta el pueblo donde lo “pasearon” de ese modo calle arriba y calle abajo, con el mortal resultado que podía esperarse y con su honor convenientemente lavado con sangre. Los familiares del muerto, consideraron que los otros se habían propasado y esperaron en algún lugar solitario al que había capitaneado el arrastre. Poco después pasaban por la casa de éste y lanzaban un costal en la puerta de su casa.
Al revisar, en el costal encontraron el cuerpo cortado en pedacitos por todas las coyunturas, algo así como 17 pedacitos por cada mano, la cabeza por un lado, los brazos cada uno por el suyo, etc.. De allí en adelante hubo mas muertes de lado y lado y los vecinos intervinieron para buscar solución a este asunto que se ponía de un color muy negro. De alguna manera llegaron a un acuerdo de jugarlo a la suerte, los que perdieran venderían a sus rivales y se marchaban muy lejos, lógicamente los ganadores compraban y se quedaban. Se justipreciaron los bienes, se jugó a la suerte (nunca supe el método, pero me inclinaría a “la carta más alta”), y perdieron los Golindano. Tampoco sé como, mi abuelo llegó a la selva y se convirtió en dueño de varias plantaciones de sarrapia, ni si era uno de los lavadores de honor con sangre, o hijo, o nieto de alguno de ellos. Esto de la sarrapia era mas o menos así: se trataba de una planta, un árbol, que da una fruta cuya semilla tiene un aceite que servía para que los perfumes mantuviesen su aroma varias horas, hoy esto se logra con productos químicos, pero en aquellos años 20s era, junto con el caucho, un producto que enriquecía a cualquiera.
Yo nací el 8 de Junio de 1953, hacia las 6 de la mañana. La hora no es exacta porque mi parto fue sumamente complicado y largo. Según los testigos conscientes, había sangre en las paredes, mi mamá y yo estuvimos muertos un instante, y también hubo cierto alboroto. Pero para que yo naciese mi mamá y mi papá tuvieron que casarse en Maracay, y antes fueron novios, y …, y entonces habrá que remontarse a sus familias respectivas. Mi mamá se llamó Blanca Isabel Golindano Herrera. Nació en algún lugar de la selva de Estado Bolívar, varios días a caballo al sur de Caicara del Orinoco, el 28 de Diciembre de 1924. Era hija de Carlos Gonzalo Golindano y de Eusebia Herrera.
Ellos vivían en una finca cerca de la frontera con Brasil y el hoy Estado Amazonas. De mi abuela tengo muy pocos datos: ella no se casó con mi abuelo por razones diversas. Es que en aquella época, y más en la zona, los señores no se casaban. Sería mejor decir que usaban a las muchachas prevalidos de su poder, audacia e impunidad. Las familias tenían que cuidar a sus gallinas de los gallos sueltos que abundaban. Además en aquellas soledades no había civilización, nada de pueblos y por tanto nada de Prefectura, Jefatura Civil o similar para casarse.
Mi abuela murió muy joven, según referencias de una enfermedad, “de un mal” como decían antes, llamada Beri – beri. Mi mamá me informó que la persona con esa enfermedad temblaba mucho, un poco al estilo de la epilepsia pero no tan fuerte, y según la terapia de la época (curiosos, brujos, santeros), se veía obligada a mudarse de ciudad (de temperamento se decía), cada pocos meses para mejorarse. Doña Eusebia al fin murió finalizando la década de los 30 en Puerto Ayacucho.
Lo de mi abuelo es algo más movido. Según tradición familiar Golindano puede ser apellido italiano y su historia en Venezuela, hasta que mi abuelo llega a la selva, es mas o menos así (no sé el porcentaje cierto del cuento): los Golindano, eran mas de uno, eran unos hermanos que estaban asentados en algún lugar mas o menos cercano a la población de El Tigre, tal vez en el Estado Anzoátegui, o quizá Monagas. No sé si eran hijos de europeo, o si ellos eran europeos. Hoy en día el apellido está mas difundido en Monagas y por allá entienden que el apellido es originario de los alrededores de Valencia (España). Mas o menos a mitad de camino entre Barcelona y Cumaná hay un punto (Caserío y Alcabala) llamado Golindano.
Allí tendrían alguna finca, hato o hacienda, y como es lógico habría otras haciendas, otras familias y de alguna manera su vida giraba en torno a el trabajo del campo, en algún momento los Golindano se vieron en un gran problema: una muchacha salió perjudicada (o sea, en estado), cosa que en una familia decente era ofensivo. Realmente no sé si la perjudicada era Golindano, o lo era el perjudicador.
Según parece la familia ofendida exigió reparación al culpable y este no cumplió. Acto seguido, los hermanos de la agraviada pasaron raudos a caballo frente al corredor de la casa de la hacienda, donde se sabía que el individuo se sentaba a descansar en las tardes, y diestramente como correspondería a buenos llaneros lo enlazaron y lo arrastraron hasta el pueblo donde lo “pasearon” de ese modo calle arriba y calle abajo, con el mortal resultado que podía esperarse y con su honor convenientemente lavado con sangre. Los familiares del muerto, consideraron que los otros se habían propasado y esperaron en algún lugar solitario al que había capitaneado el arrastre. Poco después pasaban por la casa de éste y lanzaban un costal en la puerta de su casa.
Al revisar, en el costal encontraron el cuerpo cortado en pedacitos por todas las coyunturas, algo así como 17 pedacitos por cada mano, la cabeza por un lado, los brazos cada uno por el suyo, etc.. De allí en adelante hubo mas muertes de lado y lado y los vecinos intervinieron para buscar solución a este asunto que se ponía de un color muy negro. De alguna manera llegaron a un acuerdo de jugarlo a la suerte, los que perdieran venderían a sus rivales y se marchaban muy lejos, lógicamente los ganadores compraban y se quedaban. Se justipreciaron los bienes, se jugó a la suerte (nunca supe el método, pero me inclinaría a “la carta más alta”), y perdieron los Golindano. Tampoco sé como, mi abuelo llegó a la selva y se convirtió en dueño de varias plantaciones de sarrapia, ni si era uno de los lavadores de honor con sangre, o hijo, o nieto de alguno de ellos. Esto de la sarrapia era mas o menos así: se trataba de una planta, un árbol, que da una fruta cuya semilla tiene un aceite que servía para que los perfumes mantuviesen su aroma varias horas, hoy esto se logra con productos químicos, pero en aquellos años 20s era, junto con el caucho, un producto que enriquecía a cualquiera.
El Golindano llegó a tener 7 fincas de sarrapia y caucho, y en cada una de ellas tenía una mujer (e hijos) con la que hacia algo parecido a la vida marital, mi abuela era una de ellas. Mi mamá supo de 41 hermanos, pero de la misma madre fueron: Pedro Manuel (fallecido más o menos de 30 años en 1961), Jose Manuel, hoy retirado y viviendo Caracas , Carlos, que vivió y murió en Valencia, y Ernestina, también en Valencia; mamá era la mayor. Yo conocí a mi bisabuela ya ochentona (la visité dos o tres veces en Caracas a principios de los 60s), y se le notaba el carácter todavía. Doña Isabel de Golindano, madre de mi abuelo, usó revólver al cinto y es que sabía usarlo. Cuando papá le dijo que se fuese a vivir con él y mamá, próximos a casarse, ella respondió que no,
- por que no? – preguntó papá,
- muy sencillo, Becerra - respondió Doña Isabel,
- porque yo, a la casa que voy, mando!.
Papá no insistió, y a mí siempre me dijo que Doña Isabel era como Doña Bárbara, el personaje central de la novela de Gallegos.
- por que no? – preguntó papá,
- muy sencillo, Becerra - respondió Doña Isabel,
- porque yo, a la casa que voy, mando!.
Papá no insistió, y a mí siempre me dijo que Doña Isabel era como Doña Bárbara, el personaje central de la novela de Gallegos.