Los Becerra (V)
Tío José es quien procesa el ingreso de Marcos Evangelista Pérez Jiménez al Ejército pues era el Director de la Escuela Militar en Maracay. . Cuando Marcos, ya huérfano, llegaba a la adolescencia era a la vez brillante estudiante y travieso joven, a tal punto que algún familiar le escribió al ya hacía tiempo Coronel José Eulogio Becerra, para decirle que además de pronunciar hermosos discursos y obtener las mejores notas, ya preocupaban algunas travesuras de Marquitos. Entonces se organizaron las cosas para que el inquieto michelenero ingresara a la mencionada Escuela Militar, donde se dice que obtuvo notas inmejorables.
Aún sus parientes se referían a él como “el Coronel”. Fue un hombre de personalidad especial. Al ser derrocado su pariente Pérez Jiménez regresa a San Cristóbal en 1958 y se instala en su casa de la entonces carrera 5 entre calles 11 y 12, en pleno centro de San Cristóbal. Aunque había sido senador "perejimenista" durante 5 años, nadie lo molestó por asuntos políticos, tal era su condición de hombre respetado por todos. Como ya estaba casi en los 80 años, su salud tenía algunos “peros” y, como era usual en la época, los médicos le recomendaron un “cambio de temperamento”. El temperamento que le recomendaron fue el de Táriba y el Coronel obedeció.
La mudanza del Coronel fue a una casa ubicada en la carrera 5 con calle 7, alquilada a un respetado caballero de la ciudad, propietario de la Botica del Torbes. En esa casa murió el Padre Lucio. Mientras estaban allí, se edificaba la casa donde murió el Coronel. Este había adquirido un terreno en la esquina de la carrera 6 con calle 5, en el cual se había pensado edificar una casa de dos pisos con patio central, un terreno anexo, de aproximadamente 13 metros de ancho, llegaba hasta la carrera 5 entre calles 5 y 6. Se dice que cuando las hermanas del Coronel, Salvadora, Teresa, Eumelia y Juana, las “Señoritas Becerra” para muchos, “las tías” para la familia, se enteraron de que por la carrera 5 pasaban las procesiones de Semana Santa y las de la Virgen de la Consolación presionaron para que el frente de la casa fuese colocado en ésta última. El Coronel y las tías aspiraban que con ellos vivieran varios parientes: María Cirila, El Tío Ernesto Ramón Becerra Angarita (Médico), el primo Antonio Becerra Roa (en aquel tiempo seminarista), y la prima Olga Becerra Mijares, quién era una mujer muy práctica, con conocimientos de enfermería. Para cada uno habría una ambientación y atención adecuados, además estaría “JuanMoreno” y 1 o 2 domésticas. Solo en este contexto es comprensible la particular arquitectura de “la Casa de las Tías”.
El Coronel no vivió muchos años en esta casa, que lo recibió apenas terminada en 1959. A raíz de un accidente automovilístico cerca de Barquisimeto su salud se deterioró y falleció el 5 de Abril de 1962. En esos mismos días fallecía Tía Eumelia, y dada la avanzada edad de las tres hermanas sobrevivientes, se temió que fallecieran también, Tía Juana tenía 85 años, Tía Salvadora 82 y Tía Teresa “solo” 73, pero tenía tratamiento cardiológico desde varios años antes. Las dos primeras murieron 17 años después, y Tía Teresa 25 años mas tarde. La historia, o mejor, las historias de “la casa de las tías”, circulan desde siempre, a tal punto que hay personas que piensan que se trata de una casa centenaria o bicentenaria. Pero en los casi 30 años que hubo algún hermano Becerra Pérez en esta casa se reflejaron mas de cien años de historia familiar. No estoy seguro de la posibilidad de recopilar esas historias, eso lo dirá el tiempo.
Juana Antonia Becerra Pérez vivió 102 años. La acompañé prácticamente los últimos 10 años de su vida, 1969-79, Salvadora, mi madrina, vivió 99, murió un mes después de la anterior, Tía Teresa falleció también a los 99, en 1987.